¡Hola queridos amigos! Hay muchas personas en la actualidad que están tomando consciencia de que sus vidas las han construido orgullosamente , pero en base al miedo y hoy a pesar de estar rodeados de miles de personas, se sienten vacíos, solos; han formado pareja por miedo a quedarse solos, no se separan por miedo al qué dirán, soportan trabajos que aborrecen por miedo a no tener dinero, gritan por miedo a no ser escuchados, han sepultado sus sueños por miedo a fracasar, se han convertido en burdas copias de otros por miedo a ser diferentes, han contenido sus deseos por miedo a ser rechazados, han dejado de seguir la voz de sus corazones por miedo a quedar expuestos y hacer el ridículo…
¿Qué pasaría si soltáramos esos miedos? Y ¿qué pasaría si no los soltamos?
Un escalador de montañas, desesperado por conquistar uno de los picos más altos del planeta, inició su travesía después de años de preparación, pero como quería la gloria para él solo, emprendió el ascenso sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, decidido a llegar a la cima, y obscureció.
La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada, todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a sólo 100 metros de la cima, se resbaló y se precipitó al vacío… caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida; él pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos…
Como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados, a una larguísima soga que lo agarraba de la cintura. En esos momentos de quietud, suspendido en el vacío, le salió un grito sincero desde lo profundo de su ser que repetía como un mantra, como una oración «Ayúdame Dios mío…» . Una voz amigable y clara que venía de su corazón le dijo: «Estas a salvo….suelta la cuerda”. Luego de un momento de silencio que pareció eterno, sus pensamientos más negativos empezaron a aturdirlo, apareció la duda, el miedo, y el hombre se aferró más y más a la cuerda…
Era noticia al día siguiente en todos los medios, que un equipo de rescate había encontrado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza a una cuerda… a tan sólo dos metros del suelo…
Querido amigo, quizás en tu trabajo, en tu actividad, en tus estudios, en tu relación de pareja, con vos mismo o con algún ser querido, te encuentres detenido, como colgando de una cuerda, sin posibilidad de remontar la situación y a la espera de que alguien te rescate u ocurra un milagro que cambie las cosas.
Recordá que podes elegir seguir aferrado, esperando, dejando que se te pase la vida, o podes elegir soltarte, soltar tus miedos y confiar en la sabiduría de tu corazón.