Gran parte de los seres humanos que poblamos este planeta, vivimos apegados al sufrimiento del pasado o refugiados en las promesas del futuro y por lo tanto no encontramos nunca la paz que resulta de vivir aquí y ahora, en el presente.
El Buda fue el hombre más despierto de su época. Nadie como él comprendió el sufrimiento humano y desarrolló la benevolencia y la compasión por el otro.
Cierto día que el Buda estaba paseando tranquilamente, una persona, a su paso, le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca sólo cayó al lado del Buda y esta persona no pudo conseguir su objetivo. El Buda se dio cuenta de lo sucedido permaneció impasible, sin perder la sonrisa en sus labios.
Días después, el Buda se cruzó con esta persona y lo saludó afectuosamente.
Muy sorprendida esta persona, le preguntó:
-¿No estás enojado señor?
-No, claro que no.
Sin salir de su asombro, siguió preguntando:
-Pero ¿Por qué no estás enojado luego de lo que te hice?
Y el Buda respondió:
-Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojada.
Queridos amigos, la vida se vive a cada momento, de instante en instante; aprendan a hacer que un instante de enojo, de bronca, de angustia, de tristeza sea sólo eso… un instante! Y el resto del tiempo de sus preciadas y valiosas vidas agradezcan cada momento, cada experiencia como si fuese la única y la última.
Recuerden que hoy es diferente de ayer y de mañana; recuerden que este momento ya no es el mismo que hace un rato y no será lo mismo más tarde. ¡Vivan el momento! ¡Abracen cada instante!
¡Abrazos al corazón!
Alex Vales