Según marcan las estadísticas, sólo una persona de cada cien tiene una idea aproximada de su propia fuerza y habilidad. Una gran mayoría desconoce aún lo que podría llegar a hacer, hasta dónde podría ser capaz de llegar.
A menudo, el que fracasa (y le pasa varias veces) empieza a pensar que es un fracasado porque ese «es su destino». Para mí, no hay nada más lejos de la verdad.
La verdadera diferencia entre el que triunfa y el que fracasa no es física, hereditaria o educacional, ya que diariamente vemos personas sanas físicamente o que han recibido una gran formación y aún así fracasan.
La verdadera diferencia está en la ACTITUD
es decir en cómo se ve cada uno a sí mismo: uno se ve como fracasado y el otro como triunfador.
El viejo refrán «Querer es Poder» muy bien podría cambiarse por…