Esta nueva técnica se suma a la terapia a la hora de comenzar una nueva etapa, con metas y objetivos que cumplir. En qué consiste
Se aproxima el final del año, y tradicionalmente en esta época se realiza un balance de lo que pasó para comenzar a delinear los proyectos y las decisiones a tomar en el año próximo.
Muchas personas no se sienten conformes con sus relaciones o su trabajo, e incluso algunas no le encuentran sentido a la vida. Puestas en acción, deciden que en esta nueva etapa por venir es hora de buscar ayuda profesional, sea para encauzar su fuerza vital, sea para recomponer sus vínculos o su vida laboral.
Dentro de las muchas opciones hoy disponibles está la de buscar asistencia psicológica a través de la cual identificar cuáles son y cómo surgieron sus problemas, traumas y heridas, y a partir de un proceso terapéutico resolverlos y sanar.
Otra alternativa es la de ir por alguien que les ayude a descubrir sus propios recursos, a responderse acerca de lo que realmente quieren hacer y que los motive a enfocarse y a actuar de acuerdo a ello: el coach.
Ambos tipos de apoyo buscan el cambio hacia una vida más plena y satisfactoria. Uno de estos caminos puede asociarse con el trabajo que se hace en la terapia psicológica y el otro, con el coaching.
¿Coaching o terapia?
Antes de comenzar a comparar el coaching y la psicoterapia, debemos aclarar que existen muchos tipos de terapia psicológica, desde las más prolongadas y orientadas al profundo cambio interior, como el psicoanálisis, hasta las más cortas que persiguen, por ejemplo, un cambio conductual. Por lo que al hablar de terapia estamos generalizando, simplificando ese gran abanico de propuestas.
En nuestro país el concepto de terapia está aún muy ligado al psicoanálisis y las preguntas frecuentes buscan encontrar las diferencias entre ambos procesos: psicoanálisis y coaching.
Las dos metodologías tienen cosas en común: en ambas se busca que la persona pase de una situación en la que se siente desconforme o infeliz a otra deseada, y se abren espacios de escucha activa, donde se exponen abiertamente emociones e interpretaciones. Las sesiones habitualmente son presenciales -cara a cara- o en grupo, y además en ambos procesos hay un fuerte compromiso con la confidencialidad y la ética.
En segundo lugar, cada opción maneja la visión del tiempo de una forma distinta.
La terapia psicoanalítica se focaliza en entender y sanar cosas del pasado que repercuten en el presente. El profesional analiza los caminos que llevaron al paciente al estado actual, y mediante diversas técnicas –como hacer conciente lo inconsciente- crea las condiciones para aliviar los dolores y síntomas y, a partir de esto, producir un cambio. El proceso se enfoca en sanar al paciente y restaurar su buen funcionamiento.
El coaching, por su parte, se focaliza en el diseño de futuro y en el compromiso para diseñar el observador y las acciones para lograr los resultados deseados.
Trabaja en el día a día: propone plantarse el «qué quiero que pase» y a partir de eso generar un compromiso acerca de las acciones necesarias para lograrlo.
Por eso decimos que está enfocado en el futuro. No hay un «paciente» sino una persona que está construyendo su vida, y el coach asume el rol de facilitador de procesos de auto-observación y aprendizaje. Se acuerda un proceso de cooperación mutua en el cual cada uno tiene un rol diferente: quien recibe el coaching es experto en su propia vida, y el coach está entrenado a asistir a otro para que pueda generar sus propios recursos y desarrollar procesos de cambio. Se hace foco en lo que es posible según las circunstancias, aprendizajes y experiencia, y la transformación será viable en la medida en que realmente sea deseada.
Finalmente, el psicoanálisis muchas veces se ha asociado con traumas psicológicos, trastornos mentales o psicopatologías. Esta errónea percepción desalienta a ciertas personas a realizar un tratamiento, por el temor al rótulo que éste implica.
El coaching, en cambio, permite buscar ayuda profesional sin sentirse estigmatizadas, especialmente para aquellas que sólo buscan un apoyo para su crecimiento personal.
Podríamos afirmar que se dirige a personas que, en términos clínicos, tienen un «nivel de funcionalidad alto» pero que están insatisfechas con su vida. Personas que tal vez tienen avances importantes, reconocimientos o buenos desempeños, pero que sin embargo no logran sentirse realmente satisfechas.
El coaching no hace diagnóstico ni intenta reemplazar a la psicoterapia. Por el contrario, para algunas personas, realizar terapia y coaching con dos profesionales diferentes simultáneamente es una opción muy poderosa.
La gente cada vez tiene más claro que no hay que ser neurótico para querer hacer cambios en la vida. Un profesional conocedor de ambas disciplinas, entrenado en terapia y coaching, puede ayudar a identificar qué tipo de intervención es más adecuado para el estadio de vida actual. También puede suceder que alguien inicie un proceso terapéutico, y luego elija continuar con un proceso de coaching.
Para finalizar, cabe señalar que cada persona puede medir de una manera diferente la satisfacción que siente ante la forma en que desarrolla su propia vida, y decidir si desea modificar algo asistida por un profesional.
En ese punto, el coaching se postula como una opción diferente para generar los cambios deseados.
Fuente: http://www.infobae.com/especial-navidad/553195-El-coaching-una-alternativa-comenzar-el-a%C3%B1o-el-pie-derecho