No se trata tanto de lo que haces o el tiempo que tardas, sino de quien eres
¡Queridos amigos! Muchas veces nos esforzamos, trabajamos muy duro y los resultados simplemente no aparecen. ¿Que ocurre? ¿Porque algunas personas tardan más que otras en lograr lo que quieren? ¿Porqué algunas sencillamente nunca logran concretar sus sueños?
Un día Juan, agotado, cansado de todo y todos, decidió irse a las montañas solo, a reflexionar sobre su vida y a encontrar una buena razón para no darse por vencido, para no abandonarlo todo.
En medio de un bosque, se sentó, cerró sus ojos y simplemente se dedicó a respirar lenta, pausada y rítmicamente. La respuesta a sus preguntas no tardó en aparecer: un pensamiento se cruzó por su mente, “Mira a tu alrededor” le dijo una voz en su interior.
¿Ves el helecho y el bambú?’ – «Sí», respondió Juan. Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. Les di luz. Les di agua.
El helecho creció rápidamente. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú.
– Sin embargo no renuncié al bambú. En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú.
– Pero no renuncié al bambú, dijo esa voz en su interior. En el tercer año, aun nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié, le dijo.
– En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú y no renuncié, dijo.
-Luego en el quinto año un pequeño brote salió de la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante.
Pero sólo 6 meses después el bambú creció a más de 20 mts de altura. Se había pasado cinco años echando raíces. Aquellas profundas raíces le dieron lo que necesitaba para crecer alto, fuerte y poder sobrevivir.
No le daría a ninguna de mis creaciones un reto que no pudiera sobrellevar.
La voz interior le dijo:
¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces?. No renunciaría al bambú. Y tampoco renunciaría a ti. No te compares con otros, le dijo.
El bambú tenía un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos eran necesarios y hacían del bosque un lugar hermoso.
Querido amigo, nunca detengas tu marcha hacia tus sueños; si sigues trabajando con intensidad, con pasión, con empeño, esforzándote suavemente cada día en adelantar aunque sea un pequeño paso hacia tus metas, … te digo… Tu tiempo vendrá y ‘¡y vas a Crecer muuuy alto!
¿y qué tan alto debes crecer? ¡Tan alto como puedas!
Recordá, si estás poniendo acción a tus sueños y no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizás sólo estés echando raíces… para luego poder crecer más alto!